29 noviembre, 2006

andan a vixiar

No tengo la seguridad de estar seguro si pienso que me observan. Algo así sentiría Truman cuando perdía los papeles sospechando movimientos orquestados de la aparente realidad. Su supuesta locura no era consentida porque todos estaban de acuerdo en que su anonimato y su privacidad eran impensables. Así, no cabía pensar que les podría pasar a ellos. Es el juego del despiste, a ti no te pasa..
La audiencia de los programas jaula en la que quince tipos están encerrados en unos decorados de ikea no decrece ni con el paso de los años. No tiene interés, pero el voyeurismo existe. Estás en tu sofá, con la mirada perdida y el mando en la mano. En la pantalla otro sofá, unos tipos tirados en él sin conversación comparten contigo las horas muertas, algo así como tú, pero sin consentir cámaras de por medio. La libre elección, al menos, es lo que tienes desde tu salón hipotecado, puedes ser lo que quieras ser y puedes ver lo que te pongan para que veas. Atravesando entonces tus persianas y el umbral de tu casa, la seguridad ciudadana te protege, no tienes porque temer. Pero hay veces que dudo de la legítima apariencia de lo consentido, no lo puedo evitar, sobre todo cuando me pregunto perogrulladas que no entiendo. Un cierto deseo de ilegalidad vive en mi, como un cierto punto voyeur, entendido éste como mi deseo escondido de ser un James Stewart impedido con prismáticos en manos de la hermosa Grace Kelly desde una ventana indiscreta.. “no te jode!” pensarás, ..ya, pero hasta ahí lo ensoñado.


Era ya madrugada cuando callejeábamos buscando el coche entre luces naranjas, viejas casas y bares escondidos, después de tomarnos las cervezas pertinentes de una buena distensión. Los pasos eran acomodados mientras nos fijábamos en los detalles del paseo. Al llegar al coche me advirtió la pared y me tensé. Luego pensé que el “show de tron” no tendría la audiencia esperada, y me quedé más tranquilo.

28 noviembre, 2006

vicios ortoGráficos

..hay ojos que se escriben con G. y punto.

25 noviembre, 2006

frío enlatado

Mientras metía las voll-damms recién compradas en la nevera le sonó el teléfono. El silbido de kill bill le llevó a la habitación como la flauta de hamellin, a pasos tranquilos. Sobre la colcha verde pegado casi a la almohada estaba el teléfono vibrando en mullido, y como si esperase una llamada para extenderse se tiró en plancha para descolgar. Parpadeaba su nombre, y en los dos segundos que se quedó mirando la ortografía, le puso cara, acento y recuerdo a lo inesperado, le inventó una excusa, una expectativa y un cuánto tiempo que friccionaba los errores arrepentidos, dudando si quería hablar con nitidez, si quería hablar, si quería, o simplemente no.
Lo había vuelto a hacer. Un puto árbol genealógico de pajas mentales en dos segundos ante un timbre, una ceguera inconsistente de miedo imbécil sofocado, una ametralladora rotulando cicatrices caducas.
Al tercero descolgó, y las admiraciones de sorpresa disfrazaron toda su debilidad, domando en el siguiente la incertidumbre de su voz con la suya, dejándose llevar por una inercia convertida en neutra sin saberlo..

El sonido enlatado y seco de la doble malta al abrirse le llevó con una mueca de autocensura a recordar su espasmo ante un timbre, a preguntarse porqué era tan fácil turbar su estómago con ese tipo de señuelos. El primer sorbo pasó frío por su garganta, acomodándose en el pecho caliente.

No era consciente del tiempo que había pasado.. pero si de que no podía brindar solo.

21 noviembre, 2006

segunda añada atemporal

A más de una amiga le he escuchado decir que le pone el jardinero de coleta de Bricomanía. No se si será esa delicadeza con la que trata las orquídeas o esa versatilidad con la que tanto te habla de macetas y terrones o te fabrica a lo vasco un jardín francés de kilómetro cuadrado. No lo sé. Igual es que está bueno y punto. Y tampoco sé porqué cuento esto si me importa un carajo, pero ahora que se habla de la metrosexualidad y del sinfín de complementos y potingues que puedes usar para serlo, uno se pregunta si saber de horticultura puede influir en uno mismo como una crema exfoliante. Y hasta ahí puedo leer, mi centímetrosexualidad es limitadísima, y no me permite ir más allá que hacer preguntas poco rigurosas sobre lo que no sé. A lo que iba. El jardinero amateur, que más se acerca a la Cáñamo que a un master en Interflora, os presenta foto borrosa y parcial de la segunda añada de semillas holandesas de mi terracilla. Es increíble cómo en un ambiente tan hostil puede engendrarse algo. No son mías, o al menos eso es lo que le digo a mi santa madre cuando viene de visita. Lo cierto es que tengo más plantas, pero el pelo no me crece ni de coña, además, ya es tiempo de poda.

15 noviembre, 2006

papel mojado

13 noviembre, 2006

por esa noche

No desmerecía al tacto, ni tampoco al débil sentido que volvía a hacer cómodas sus caricias. Respondía con la misma placidez, con la misma intensidad y con las mismas manos, aquellas que también palparon el vacío incómodo de la indiferencia tiempo atrás. Pero no había olvidado el placer así, ni los corrugados excesos de sus curvas, ni su tacto caliente. Aquel paréntesis nocturno sólo complicaba las cosas al cerrarse, pero la noche era larga, llena de besos involuntarios, y de un instinto que marcaba un exponente a cada segundo que quedaba hasta el amanecer.

Destapadas las máscaras, la luz tenue y anaranjada sólo dibujaba vicios circulares, sombras de libido por morder, sin restos de memoria que azuzasen los lindes de aquel calor, de aquella cama. Los gemidos se entendían, y se evaporaba el aliento, desgarrando los estratos que quedaban confundidos, igualando sin órdagos, en movimientos calmos, los lúmenes y los flujos, el cariño y la oportunidad. En la distensión no pautada había acentos de proximidad, dulces, sinceros, pero inestables en un mañana todavía sin luz.

Ella acariciaba su cara, mullidas ambas en tres palmos de almohada, con ojos achinados y vidriosos, queriendo decir.. Él la abrazó, sin cláusulas, acotando el espacio, inspirando el tiempo y las palabras, acurrucándola en su piel, dibujando pentagramas en su espalda, por esa noche..

09 noviembre, 2006

Cochinho

Sirenita me enlaza un meme voluntario que viene a preguntar cual es la marca de mi coche. Ahí os va lo que ha salido..

Era un BX blanco tzd, y como nunca comprendí su nombre le llamaba Cochinho, por afecto y porque la única cinta que nunca se tragaba el muy cabrón era una de Vinicius de Morais, además la ascendencia portuguesa como que no le quedaba muy lejos de donde había sido parido. Llegó a mi hace unos años como un legado familiar, y no tuvimos más remedio que entendernos. Él se quejaba de vez en cuando de mi dejadez, me pedía agua, gomas nuevas, jarabe de freno verde cada dos meses y, de vez en cuando, que calentase el asiento del copiloto y que no le tocase las pelotas.. no sabía nada el mecano con carácter ese, cuando esas manos eran femeninas parecía rejuvenecer.

Yo no le pedía velocidad, más que nada porque llegó un momento que ir a más de 120 le causaba un tembleque preocupante, simplemente quería transporte, del punto a al b sin comerse la cabeza: yo conduzco, tu me llevas.. y nos iba bien.
Teníamos nuestras crisis anuales con la inspección técnica, y para conseguir una puta pegatina de colores sudábamos nuestras vergüenzas, a la tercera era siempre la vencida, siempre con peros leves, pero felices de seguir juntos un año más. Conocía mis debilidades y yo las suyas, nos íbamos a la playa en horas nocturnas, nos escapábamos de todo por carreteras serpentina, los dos solos.. También hicimos nuestros viajes, petando su gran maletero de mochilas y cerveza, con amigos, novias.. Salimos de marcha en diez ciudades distintas, fuimos a buenos conciertos, a pequeños festivales.. respondía bien al ocio, a escaparse de la ciudad por unos días. Me confesó en silencio muchas veces compartiendo momentos no tan buenos, parados por la costa, con las ventanillas abiertas, fumando.. creo que así, con él, esos momentos eran mejores..
Fue un gran coche, con su aire acondicionado, sus ventanillas eléctricas, su dirección asistida.. tuvo su época de vanguardia, corta, pero la tuvo.. Su único tuning era una pegatina de GZ (galiza) en el culo, escueto, pero bien definido.
Estaba cansado supongo de las cinco cintas gastadas que siempre ponía de banda sonora.. Enemigos, Mano Negra y Kojón Prieto, Smoke City y la Martirio, Radio Futura, Amparanoia y la Fusa.. él si padecía mi cara de cantante y mis gritos.
Un día se le rompió el freno de mano en mi cumpleaños, aparcado de forma descendente en una cuesta en doble fila mientras me esperaba a que comprase un regalo en una tienda de deportes.. Se fue, calle abajo, en línea recta, cincuenta metros, parado al final por otro coche en doble fila que destrozó. Le compré una defensa nueva, no más.
Al final, como a todos, nos pasan los años, y cada año suyo contado por los añoperros de medida, hacen que catorce sea una vejez prematura para lo que se merecía..
Si no lo conocías, en sus últimos meses, ya daba un poco de miedo, era una puta psicofonía andante, como si fuera el castillo de los Monsters, tal cual. Una de sus luces miraba por la noche bastante más abajo que la otra, con lo que iba medio torto por las carreteras de dios, guiñando con un ojo parcheado sus achaques. Pero aguantó hasta que quise, y nunca me dejó tirado.. bueno, sólo una vez, pero me ayudó aquel día a pasar unas horas de risas con alguien que me gustaba.. petardo era.
Supongo que las circunstancias pasaron, y un trueque irrechazable me hizo elegir la seguridad de algo seminuevo, virgen en historias, pero con más posibilidades de llegar lejos. Sé que nadie lo volverá a conducir, por una parte lo prefiero, para que queden entre él y yo nuestras últimas historias con un descanso merecido.
Cuando sea mayor, me compraré un mini, de los antigüos, que para entonces serán del pleistoceno, pero me quedé pillado desde que se lo vi a Michael Caine en Italian Job..

Lo que es seguro es que ese BX, es mi coche, mientras ningún otro me demuestre lo contrario. Pata Negra cantaba aquello de “pasa la vida”, y un cacho de mi vida la pasé con él, y eso, no se olvida.

01 noviembre, 2006

embudos, estatuas y deshollinadores.

Lo perturbador de lo que no se dice a veces coincide con las formas que no sabemos utilizar para decirlo. La retención que acumula excesos, llena tus gigas de carpetas de silencios que se pierden por no dichos, pero que quedan ahí, en la bandeja de salida de la boca, esperando su megáfono o su embudo, su tiempo o su instante, para paladearse paciente en ti. Pero las palabras suelen ser celosas, y de tanto reservarse llegan a esconderse, sin poder fabricar ningún embudo ni de papel, sin saber cómo pedir el gesto o la alternativa para explicarse sin trampas. En la mudez que persiste hace frío, pero no hay hielo en mi boca, ni bufandas cortas que no me dejen darle dos vueltas a mi garganta buscando un poco de calor. De forma inversa al movimiento, las paradas buscan sus rincones para poder deshollinar los sentidos, las orejas cónicas, los vicios nunca gélidos y los murmullos corales que no saben mentir.

Mi voz carraspea en aguardiente, y eso es buena señal, un buen principio, un buen embudo.