14 febrero, 2007

e peche atemporal

Si, ya sé que me habré ido cien veces, aunque siempre he vuelto a imprevistas horas y en perdidas madrugadas. Pero esta vez es distinto, tengo ganas de estar, pero me tomo un tiempo, proporcional a lo que falta para que lleguen ciertos cambios. No quisiera jugar al escondite intermitente con esté rincón que tanto me ha dado, esta vez no.

Pero no atranco la puerta, queda arrimada para que se vea la luz desde fuera, por si alguien quiere un café o una caña cuando todo lo demás parece cerrado. No es el garito más populoso de la blogoesfera ni guarda fórmulas de atracción desconocidas ni falta que hace, pero tiene una gran barra de historias no contadas todavía y unos cómodos sofás que tienen cada uno vuestro nombre, por ser parte de la historia de este antro remoto de la red y parte no virtual de este invento.

Por ahora y hasta aquí, un abrazo.

queima

13 febrero, 2007

cambios

De tu estampa,
han salido tres nubes que me encantan,
pero escampa,
y se esfuman,
se pierden,
se van..
Pues te aguantas,
me grita la que mas me hace falta,
otra canta,
la otra me la he debido inventar..

En tu estampa. de Josele Santiago.


Me mudo sin moverme todavía pero, aún así, los cambios se precipitan en mi cabeza con rapidez, con la ubicuidad de quién decide mimar el espacio para poco a poco conquistarlo.

Dentro de no mucho decidiré qué pared debe tener ese espejo de letras chinas, y cual de ellas quiso tener siempre el póster del tucán irlandés, el del cabo Ortegal con su océano erizado o el del fotograma de butch cassidy and the sundance kid .
Decidiré también cómo vuelvo a poner mis libros, y buscaré nuevas compañeras para mis dos plantas, esas que sobreviven a mis podas y a mi.

Y ya tengo pensada la pintura que me hace falta para repasar los marcos y sus puertas, y el pilón blanco que mira al sur como no podría ser de otra manera.
Decidiré qué luz me apetece, qué temazo petará los cimientos de los techos altos, y cómo, cuándo y sin porqués, un tiempo para mi. Y no es que no disfrute de esos tiempos, sino que se van a pasar del minifundio al latifundio, como si la clase obrera diese fin a una dictadura o a tiempos no tan fáciles, como lo lejos está de lo que está cerca, así, con notables matices.

Y será, y mientras tanto la impaciencia se le da por ostiarse con la paciencia, pero siendo ambas lo suficientemente cautas para no hacerse casi daño. A la impaciencia se le da por escribir, y la paciencia se calla, como cabrona lista, sabiendo que pronto llegarán las historias, al pasar el tiempo que queda después de ese punto y aparte, que suena a comienzo y a final.

04 febrero, 2007

modos, usos y costumbres.

Siempre empiezo El País por Forges, las tartas por las esquinas, el crucigrama por las verticales, a escribir con minúscula mi nombre y con mayúscula el tuyo, a saciar la gula con alguna que otra liturgia, a creer despacio, a abrir una botella de buen vino siempre por algo y no sólo por sed, el café mojando los labios, a dormir después de ti, a repetirme cuando me entusiasmo, a palmear con flamenco sin darme cuenta, a descalzarme cuando quiero desconectar, el Jueves por Clara de noche, y el viernes inaugurando el fin de semana con una doble malta muy fría.

Y los domingos, a veces, terminan con una mala dominguera que hace que no tenga ni puta idea cómo coño empiezo los lunes.