e peche atemporal
Si, ya sé que me habré ido cien veces, aunque siempre he vuelto a imprevistas horas y en perdidas madrugadas. Pero esta vez es distinto, tengo ganas de estar, pero me tomo un tiempo, proporcional a lo que falta para que lleguen ciertos cambios. No quisiera jugar al escondite intermitente con esté rincón que tanto me ha dado, esta vez no.
Pero no atranco la puerta, queda arrimada para que se vea la luz desde fuera, por si alguien quiere un café o una caña cuando todo lo demás parece cerrado. No es el garito más populoso de la blogoesfera ni guarda fórmulas de atracción desconocidas ni falta que hace, pero tiene una gran barra de historias no contadas todavía y unos cómodos sofás que tienen cada uno vuestro nombre, por ser parte de la historia de este antro remoto de la red y parte no virtual de este invento.
Por ahora y hasta aquí, un abrazo.
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