cambios
De tu estampa,
han salido tres nubes que me encantan,
pero escampa,
y se esfuman,
se pierden,
se van..
Pues te aguantas,
me grita la que mas me hace falta,
otra canta,
la otra me la he debido inventar..
En tu estampa. de Josele Santiago.
Me mudo sin moverme todavía pero, aún así, los cambios se precipitan en mi cabeza con rapidez, con la ubicuidad de quién decide mimar el espacio para poco a poco conquistarlo.
Dentro de no mucho decidiré qué pared debe tener ese espejo de letras chinas, y cual de ellas quiso tener siempre el póster del tucán irlandés, el del cabo Ortegal con su océano erizado o el del fotograma de butch cassidy and the sundance kid .
Decidiré también cómo vuelvo a poner mis libros, y buscaré nuevas compañeras para mis dos plantas, esas que sobreviven a mis podas y a mi.
Y ya tengo pensada la pintura que me hace falta para repasar los marcos y sus puertas, y el pilón blanco que mira al sur como no podría ser de otra manera.
Decidiré qué luz me apetece, qué temazo petará los cimientos de los techos altos, y cómo, cuándo y sin porqués, un tiempo para mi. Y no es que no disfrute de esos tiempos, sino que se van a pasar del minifundio al latifundio, como si la clase obrera diese fin a una dictadura o a tiempos no tan fáciles, como lo lejos está de lo que está cerca, así, con notables matices.
Y será, y mientras tanto la impaciencia se le da por ostiarse con la paciencia, pero siendo ambas lo suficientemente cautas para no hacerse casi daño. A la impaciencia se le da por escribir, y la paciencia se calla, como cabrona lista, sabiendo que pronto llegarán las historias, al pasar el tiempo que queda después de ese punto y aparte, que suena a comienzo y a final.
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