27 febrero, 2006

Oigo voces, ruidos sin pentagrama, nervios acalorados que fruncen mi ceño con arrugas pasivas, truenos con escarcha, cuadros ilegibles, cansinos y gastados, puñales afilados, carencia de simplicidad.. Oigo mi respiro sin superficie, mis mentadas, mis dientes juntos, mi rabia calculada, por inevitable, por mordaz.. Oigo mi risa con eco, de lejos, como queriendo interponerse estirando mis labios, queriendo que no parezca un joker de pega, sin gracia, por cojones impuestos con helio.. Oigo listas de impertinencias, formas agrias que no son, monólogos de intuición sin público, palabras retocadas como éstas, inventadas de dudas como un castillo de naipes, sin soplos simples, a pequeñas pausas, sin partes de mi..
Oigo también tu voz, que me devuelve al suelo, a los sueños, a los pies con arena, a la claridad del decir sin poder mirarse, al saberse, a canciones de Kiko Veneno, a enterrar el maquillaje de guerra de mi cara mientras no dudo en mis parpadeos contigo..
Oigo atento, sin esperar el próximo sonido, sin aplaudir palabras pero queriendo sin poder, en el silencio de un post que no tiene final, porque, según me han dicho, si saltas, siempre puedes volver a saltar, y en los charcos que pisas antes del impulso, a veces, se oyen voces y un silencio como éste, como el que queda ahora aquí.