18 enero, 2006

II

Todo era nítido desde mi corregida miopía con gafas de pasta.. llamado por una curiosa intención de simplemente poder verla de dos en dos segundos me dejé llevar, entre los titulares que se acercaban con mayor rapidez a la última página del periódico para sólo tener la excusa de levantar la vista, y las intervenciones del recuerdo del último antro casi mañanero con la voz más baja como con vergüenza de poder llamar su atención..

Se quitó el gorro, el chaleco y la coleta de su pelo rizado teñido de caoba. Después se pidió un café..

Por un momento quise ser invisible, sentarme a su vera más cerca, recostado en el cristal en completo reposo, no tener la sensación física de estorbo, de quedarme sin molestar en esas décimas en las que almacenaba sus gestos nuevos, su imaginario y su domingo.. pero después, cuando nos cruzamos por primera vez la mirada, entendí que no, cuando vi su cara blanca nuclear, sus labios perfilados y sus ojos marrones de punto y aparte..
la única manera de coincidir respetando el espacio me valía..

No esperaba a nadie, no tenía prisa, no titubeaba.. era serena, administraba su silencio, templaba su tiempo suyo, sin decepción.. y miraba de frente, con algo que yo no tenía, con algo que me hacía sentir cada vez más pequeño, con la carencia de quien no sabe qué decir, con la tormenta tibia del filtro de mi gesto, superpuesto, sin poder disfrazarme de esa claridad, ni de nada preconcebido..