24 enero, 2006

martes de marco

#Naoya Hatakeyama, Slow Glass.

Martes. Museo de Arte Contemporaneo. Escaleras de piedra de acceso desde la calle peatonal. Músico con pie de micro tocando Wish you where here a diez metros. Monedas merecidas tintineando en mi bolsillo esperando a unos amigos para momento cultureta previo rioja..
Una vez dentro, descubro que solo hay que creer mucho en una idea, después llevarla a cabo, sea cual sea.. luego hay que saber venderse y ser constante.. conceptualmente todo se llega a entender, y aunque la rareza resulte absurda, sólo es una forma diferente de comunicarse, de perspectiva curiosa divergente..
Me dejo llevar por los pasillos medio luminosos de la segunda planta, antigüa cárcel y comisaría, por los techos redondos, las esquinas con sentido, las vigilantas opositoras vestidas de rojo, los cuadrados de color, los inventos mentales, las salas de proyección y el ruido de los pasos.. Bromeo sin querer con mi cara circunspecta, separándome de ellos unos metros, porque una galería es como una palmera de chocolate, nadie te dice por dónde tienes que empezar.. y prefiero dejarme llevar sin rumbo, pasar de largo, pararme o recular. De vez en cuando leo los motivos que le llevaron a ese alemán o ese nipón a llevar veinte años fotografiando caballos o haciendo personas a escala 1:10 dentro de cubos de matacrilato.. y tarareo sin sonido a Kiko y A la hera de los Enemigos, aunque en un museo quede mejor Pink Floid.. y acabamos desde dónde pártimos en círculo, con una paleta de colores en la retina y un rato contemporaneamente agradable. Nos abrigamos al salir, vueltas de bufanda. Vuelve a sonar la música y las monedas ya salen de la mano.. ahora la Velvet, solo por el buen gusto ya me tenías, músico pienso mientras me agacho cerca de la funda de la guitarra.. respiro el frío mientras decididimos el camino más corto hacia la vinoteca por conocer. Ya estamos casi a miércoles, me dice S. subiendo la avenida. Pues si, le contesto con reflejos, mientras pienso en que no hay mejor manera de cerrar un martes.. unos amigos, unha cunca de caldo, y una despreocupada ignorancia algo más rica, pues ya se sabe, que todo suma..