16 septiembre, 2006

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Creo que a veces en vez de perseguirme un hada madrina me persigue un cencerro.. Y Campanilla borracha con exceso de alcohol y de afecto no es. Las caricias no tienen decibelios y no se llama afecto lo que jode así. Y no es cuestión de taparse las orejas o de contraer mentones, no vale estreñir el ceño ni maldecir aunque salte como un resorte los mecagos divinos, no se puede reducir el movimiento, no se puede frenar aunque el lomo pese más que tú.
Y no desconfío, y miro a los ojos, y nunca atrás, aunque a veces parezca el elefante de Atila que pasta al tolón de algún pastor con mala hostia.