26 julio, 2006

reflexiones digestivas

Sopeso crónicas y no me decido, quizás porque no sé hasta cuando durará esta resaca ora gruñona ora apacible que tengo. La distensión provoca esparcimiento, y la cabeza está llena de titulares desordenados en importancia, de cómodos flashes apilados en un embudo que no se quiere vaciar. Ya sé, no soy profesional del medio y digiero con calma lo que me gusta saborear, por eso puede ser que los sinsabores se vomiten sin pensar en ser vomitados y su facilidad de cauce se someta a la menor de las importancias. Lo bueno racionado en un bolsillo dura más que un trago amargo, y así intenta ser. Mi hibernación para ciertas cosas dura sólo ciertos días, mi estómago está habituado a grandes empachos que duran horas y hambres sosas. Y ahí está el problema. Si durante la semana no como me convierto en un rumiante, y eso es algo, que por ahora, no quiero ser. Así que voy a currarme la comida de hoy y a decidir en una mesa redonda con mi apetito si hoy nos da por lo dulce o por lo salado, y aunque no sea razonable, lo importante es empezar a digerir..