un comienzo, un divorcio..
Eran las tres y media de la tarde cuando apuraba el cigarro con la mano a tres dedos, en la puerta del portal, a tres palmos de los timbres de derechas y de izquierdas, desde primeros hasta octavos. Masticaba un I am a man of constant sorrow con toques de mandolina sureña para darse fuerzas, mientras notaba como el sol vertical calentaba su frente y sus carrillos.
Por un momento, escondido entre sus gafas oscuras, lo miró de frente ladeando la cabeza, pensando en quién coño inventaría aquello de que cae con justicia.. Sea como fuere, por inapelable o por corrupto, no se iba a poner a decidir su sentido, sólo sentía su calor, su roce, segundos antes de timbrar distraído al primero..
A la de tres, la puerta vibró, y la empujó como Popeye, decidido por sus pasos, excitado por la cita con Olivia, nervioso pero en sosiego.. Pasó en dos segundos por el portal, atravesando carteles de profesionales con fondos dorados, tres escalones, cuatro plantas, buzones, una barra de madera noble y una silla de salón de algún conserje jubilado, una moqueta caducada, unos cuadros equinos con galgos moribundos y tristes.. De frente, como de carrerilla, subió otros tres de un salto y empezó subir de dos en dos las escaleras. Lo tenía claro, y afirmar le sentaba bien por dentro, sobre todo cuando hablaba de sus quieros, con un “proclamo porque sólo así, es”..
Puntual, me gusta.. le dijo mientras abría la puerta una señora con arrugas de sonrisa y calidez. Te espera en su despacho. Por esa puerta. Y se dio la vuelta y se fue por el pasillo, después de acompañarle un metro con la mano en su espalda.
Dos golpes de nudillos y abrió con un buenas tardes..
Después de cinco minutos de previos educados, de explicar las referencias que le llevaron allí, de dar rodeos, par de halagos, confianza mutua, llegaba la pregunta, mientras tocaba su barba blanca en plan reflexión a lo Séneca o Plutarco en su silla cara de piel marrón..
-..entonces, qué quieres.. en qué te puedo ayudar, tú dirás..
-..mmm.. vengo porque me quiero separar.. dijo despacio, atravesando su mirada por encima de sus gafas.
-pero yo soy notario, no abogado, ya lo sabe..
-lo sé, pues por eso, para que conste..
-para que conste, me tendrás que decir primero porqué y cómo lo quieres hacer..
-..el cómo es fácil.. lo quiero escribir.. y el porqué? porque lo necesito, porque sino entro en cólera pataleta, porque no es justo y porque quiero encender de una vez el neón, la música, los mejores ruidos.. No espero que entienda todas, pero estoy convencido..
-..de que te quieres separar, ya.. interrumpió.. pero ¿de quién?
-de mi silencio! de una vez.. pues prefiero el de antes a éste, el que era torpe y desordenado, aquel que tecleaba con las manos, fumaba los párpados con telones verdes, los minutos leyendo otros ojos, las calladas pares, las nocturnas noches, las horas de café con hielo..
Por un momento, escondido entre sus gafas oscuras, lo miró de frente ladeando la cabeza, pensando en quién coño inventaría aquello de que cae con justicia.. Sea como fuere, por inapelable o por corrupto, no se iba a poner a decidir su sentido, sólo sentía su calor, su roce, segundos antes de timbrar distraído al primero..
A la de tres, la puerta vibró, y la empujó como Popeye, decidido por sus pasos, excitado por la cita con Olivia, nervioso pero en sosiego.. Pasó en dos segundos por el portal, atravesando carteles de profesionales con fondos dorados, tres escalones, cuatro plantas, buzones, una barra de madera noble y una silla de salón de algún conserje jubilado, una moqueta caducada, unos cuadros equinos con galgos moribundos y tristes.. De frente, como de carrerilla, subió otros tres de un salto y empezó subir de dos en dos las escaleras. Lo tenía claro, y afirmar le sentaba bien por dentro, sobre todo cuando hablaba de sus quieros, con un “proclamo porque sólo así, es”..
Puntual, me gusta.. le dijo mientras abría la puerta una señora con arrugas de sonrisa y calidez. Te espera en su despacho. Por esa puerta. Y se dio la vuelta y se fue por el pasillo, después de acompañarle un metro con la mano en su espalda.
Dos golpes de nudillos y abrió con un buenas tardes..
Después de cinco minutos de previos educados, de explicar las referencias que le llevaron allí, de dar rodeos, par de halagos, confianza mutua, llegaba la pregunta, mientras tocaba su barba blanca en plan reflexión a lo Séneca o Plutarco en su silla cara de piel marrón..
-..entonces, qué quieres.. en qué te puedo ayudar, tú dirás..
-..mmm.. vengo porque me quiero separar.. dijo despacio, atravesando su mirada por encima de sus gafas.
-pero yo soy notario, no abogado, ya lo sabe..
-lo sé, pues por eso, para que conste..
-para que conste, me tendrás que decir primero porqué y cómo lo quieres hacer..
-..el cómo es fácil.. lo quiero escribir.. y el porqué? porque lo necesito, porque sino entro en cólera pataleta, porque no es justo y porque quiero encender de una vez el neón, la música, los mejores ruidos.. No espero que entienda todas, pero estoy convencido..
-..de que te quieres separar, ya.. interrumpió.. pero ¿de quién?
-de mi silencio! de una vez.. pues prefiero el de antes a éste, el que era torpe y desordenado, aquel que tecleaba con las manos, fumaba los párpados con telones verdes, los minutos leyendo otros ojos, las calladas pares, las nocturnas noches, las horas de café con hielo..
Poco después caminaba despacio por la acera, hipnotizado por el ruido del asfalto y, otra vez, de la misma mandolina.. Se guardó la hoja plegada en el bolsillo junto a sus manos.. aquel papel daba fe de que su silencio compartido sonaba mejor así, con el calor del pecho compensando el de sus carrillos..
..In constant sorroooow through his days..
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