17 abril, 2006

sssssh..

El camino serpentina, con trazadas de bucles redondos de volante, llegaba allí, al oeste de las rocas, emergidas del mar como frontera natural de distintas leyes, luces y ritmos.. Mareas cíclicas, millas escarpadas, tiempo medido por el antes y el después de los naufragios, olas de espuma, silencio corrosivo.. todo mecido, mezclado, como una maraca por dentro, con la retina como el vértice afilado de ti que no paraba de sumar con tanto horizonte.. Había cruces blancas de cemento, clavadas con la misma orientación, aleatorias, de recuerdo de todos aquellos que fueron testigos de su siempre, de su viento, sus redes.. El astro naranja, allí a lo lejos, volvía las teces del color que quedaba de su reflejo con el agua rugosa que se respiraba salada.. El faro, una torre blanca, troncocónica, sin más adornos que lo puesto, se levantaba cuarenta metros sobre el mar, tan cerca como que mi espalda se apoyaba en él y mi culo en la roca de su base, tan cerca como diminuto te hacía sentir su miedo estable de losas limpias, de frente a las rompidas de las olas infinitas, incansables y distintas.. Un escalofrío inconsciente me contrajo las manos en las mangas, las mangas en la cara, la cara en el viento, el viento mojado las palabras.. y todo, después, parecía un comienzo, un fin de algo.. y todo, después, se calló.. no había voces quejas ni recuerdos, no había fríos nubes o comas, no había porque todo, por un momento, estaba allí, en la punta ronca donde termina o empieza el camino serpentina.. allí, donde tú no mandas, donde te llevas o te vas..