30 agosto, 2005

placeres

La súplica reiterada acaba funcionando, sobre todo si juegas con pucheros y venga venga así como tirando de la manga. De cualquiera de las maneras lo conseguí, creo que al final con unas dosis de afecto y un buen conocimiento de debilidades ajenas.. no es que sea irresistible, más bien bastante toxo, por lo que igual tiene más mérito poder comunicar algo, aunque más fácil que una obviedad no halla nada..
En mi última visita a casa paterna me lo traje envuelto en papel de periódico como si fuese vajilla, es igual de viejo que mi infancia y tadavía funciona. Es un molinillo eléctrico de café.
Casi no se lee la marca taurus, tiene una tapa transparente, un botón rojo y un esparadrapo en la base que le hace perro viejo. Su zumbido me hipnotiza, y durante los treinta segundos que tarda en moler, me llegan fotogramas de cocinas pasadas, comensales que se fueron y tostadas con aceite. La cuestión es que el trío que forma con el café y la cafetera italiana funciona. No sé en que idioma se entienden, a saber, pero mientras hagan este café defenderé su libertinaje o lo que hagan cuando cierro la puerta de la cocina.
Son aquellas pequeñas cosas, que diría Serrat, que hacen que el molinillo venza, por ahora, a mi nuevo reproductor de deuvedé. Pequeños placeres poco complicados, pues ya se sabe, que después del ruido viene la calma..