07 diciembre, 2006

esbozos

Una sonrisa paciente se le dibujó en la cara, la siguiente viñeta permanecía vacía sobre el papel.

A la séptima calada el blanco comenzaba a ser más químico, derritiendo la duda como la física que hacía cantones de las rocas de hielo del vaso. Mientras se diluían con el licor, su mano jugaba con el frío condensado del cristal. Dibujaba estrías en forma de raíz, intentando concentrar las gotas en cúmulos de agua que buscaran la inercia de su peso en su caída hacia la mesa.
Rompió la atención con un trago y se descalzó. Sus descartes no eran dramáticos, y su cabeza utilizaba ese tiempo ensimismado y acuoso para borrar opciones a su trama. No había aprendido todavía a perfilar la impaciencia.

Se dibujó en un puente, con un abrigo verde tres cuartos, con su bufanda y con una goma milán en la mano por si quería olvidar cómo había llegado allí. Se dibujó silbando y distraído, serpenteando los trazos con su vaso en la mano, con todo el hielo derretido, y sin prisa por llegar al siguiente rectángulo blanco.. dónde igual habría nieve, y su sonrisa seguiría paciente, en medio de las rocas, del frío y del licor, dónde igual no tendría que maquillar más vacíos, ni más finales que no quisiera imaginar.