21 septiembre, 2005

encontros

La primera vez que me lo encontré fue hace unos cinco años.
Salía del trabajo y me paró. Qué tal estás, cuánto tiempo, adelgazaste.. y demás intrascendencias. Hablaba muy rápido, muy contento, y cuando me cortó mi primera frase ya no hubo marcha atrás.. Tenía unos ojos muy vivos, claros, más o menos de mi edad, el pelo rizo y amplia sonrisa. Estaba seguro que era la primera vez que lo veía en mi vida, pero lo que me quedó claro que él no pensaba lo mismo.
Hablaba atropellado, de nada en particular, monologueba mientras yo intentaba que me saliera alguna frase muda con sentido. Y entonces me dejé llevar, y ya que no me hacía entender, correspondí a su entusiasmo y me empezó a resultar divertido. Nos despedimos con un abrazo, sin poder sacar ninguna información extra que lo situase en una infancia, una actividad extraescolar o un conocido común.. nada. Y me fui con una sonrisa para casa, pensando en la pena de no conocerlo de verdad, en lo majete que parecía tanto él como mi supuesto yo, y en que había correspondido con solvencia a su espectativa.

Hoy lo volví a ver, subía la Gran Vía cuando me pareció verlo de lejos, se iba acercando y disminuí mi paso para lograr unas milésimas de ventaja que lo situasen en alguna parte.. cuando arqueó las cejas no sé cómo, lo recordé. No estaba muy cambiado, el pelo un poco más largo, de camisa y vaqueros. -Quétal!!!!.. me dijo con afecto mientras me zarandeaba el hombro. -Muy bien, y tú? cuánto tiempo.. dije con mi órdago tapado en mi sonrisa. .. -Pues si tío, muchísimo tiempo, unos cuántos años, no?.. -Por lo menos cuatro o cinco, no?, aseveré sin que se notara. -Por ahí, por ahí.. Y bajo el sol del mediodía hablamos tres minutos hasta que de lejos vió el vitrasa C1 que lo llevaba a alguna parte.. Y otra vez me fui sin saber ni su nombre, pues mis temas de conversación no podían salirse de lo público, aunque lo que estaba claro es que no había vuelto a verme ni a mi ni al otro. Me quedé otra vez con una pregunta muda que no me llegó a salir.. pero cuando se fue corriendo, después del afectuoso y apurado abrazo, medio le grité un me alegro de verte que me salió de dentro.. al seguir mi camino y al volver a ponerme las gafas de sol, volví a sonreir y pensé la pena que me daba no conocerlo y en cómo deseaba que le fuera todo bien.